domingo, 24 de agosto de 2008

La esencia del Tantra 2 parte


Un tántrico tiene que crear primero las bases del carácter, es decir, del control de las emociones, de los estímulos, obteniendo un conocimiento y experiencia, para poder establecerse en aquello que le afirma. Sin un intenso anhelo de alcanzar la liberación, la enseñanza del Tantra no podrá alcanzar frutos. Todo eso está en el Tan, el núcleo de la capacidad de la energía o poder (shakti) que hay en tí, que forma tu identidad, el núcleo de tu personalidad, lo que tú eres, y eso debe ser expandido, desarrollado, tanto en el campo humano como en el espiritual y físico. No podemos separar nuestro cuerpo de nuestra mente y nuestro espíritu. Hay que expandirse en todos los campos de la vida.

No es «más tántrico» meditar, hacer vyayam o japa, que hacer bien tu trabajo, comer correctamente o abrazar bien a otra persona. Por eso el Tantra abarca todos los ordenes de la vida, el conocimiento, el arte, la medicina, etc.

Tantra es liberar la limitación condicionante que aísla un aspecto de shakti de otro aspecto de shakti, expandiendo la naturaleza de una de esas manifestaciones, para asociarlas y unificarlas. Así como dos gotas de agua al unirse pierden su forma sin dejar de ser agua (agua como imagen de la consciencia cósmica). Percibir que la esencia está más allá de las formas, se encuentra en el espíritu. Es más fácil encontrar esa esencia en una unión de dos o más personas, que en cada una de ellas aisladamente.

En el concepto tántrico del sexo, la unión del sexteto que forman la mente, el cuerpo y el espíritu de dos personas (que recibe el nombre de shatkona y se representa por la unión de dos triángulos), se expresa en la fusión consciente del paramaithuna.

La visión del Tantra es la felicidad, porque ésta no depende de las cosas en sí mismas, que sólo acarrean la decepción al estar condenadas a la muerte. Si se ata la felicidad a cosas o personas, se ata al estado de ser de esa cosa o persona, pero si uno se asocia y no pone ahí su eje, se disfruta de los momentos álgidos, y cuando mueren los dejamos sin apego.

Incluso para aquellos que aman, la pasión tiene que ser espiritualizada por la conciencia. Debemos buscar la belleza igual que la espiritualidad. Muchas veces aquello que más apariencia tiene, es lo que está más vacío. Por eso, para verlo, tenemos que cerrar los ojos, para que la forma no nos ciegue ni nos engañe.

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