La literatura sexológica hace del orgasmo un problema diciendo que un contacto sin orgasmo es un fracaso. Si bien el Tantra ignora la obligación del orgasmo obligatorio, propuesto como ideal a la pareja actual.
En general se admite que el problema del orgasmo existe, pero sólo en la mujer: el hombre eyacula, por tanto tiene un orgasmo. Ese «por tanto» está de más.
Como la eyaculación y los pocos segundos que la preceden son el punto culminante de su experiencia sexual, el hombre está convencido de que el orgasmo masculino es eso.
Un eyaculador precoz es un hombre incapaz de retrasar la eyaculación al menos hasta que su pareja está colmada, después de uno o varios orgasmos. El solo hecho de retrasar la eyaculación no implica sin embargo que llegue al verdadero orgasmo, aunque su experiencia sexual sea intensa y satisfatoria.
El Tao, que es una especia de Tantra chino, comparte ese punto de vista: Jolang Chang en su «Tao de l'Art d'aimer», escribe: «Me preguntan con frecuencia qué placer puedo experimentar si sólo eyaculo una vez de cada cien. En general respondo esto: No cambiría ciertamente el placer intenso que yo experimento con el vuestro. Los doce años durante los cuales me dediqué a ese placer vinculado al instante de la eyaculación son para mí largos años perdidos. Si mi interlocutor es un hombre, no puede poner en duda mi sinceridad; me verá apacible, feliz, con buena salud y siempre son ganas de hacer el amor. (...) Ahora puedo decir que el acto sexual sin eyaculación representa también la eliminación de una tensión, pero sin explosión. Es un placer que se traduce por un apaciguamiento y no por violencia, una fusión voluptuosa, sensual, y prolongada en algo más amplio y más transcendente que uno mismo. Es un sentimiento de comunión en un todo, no una separación; de unión estrecha y de participación, y no un espasmo individual y solitario que excluye a la pareja. No hay palabras para describirlo.
Todo contacto sexual sin eyaculación es una «ganancia erotica neta» para la pareja. Cuanto más economiza el hombre sus «municiones» eyaculatorias, más se incrementa su potencial de deseo y su potencia sexual, hasta llegar al nivel femenino, y este equilibrio es un factor de armonía para la pareja.
El arte supremo para un Shiva tántrico, consiste en permanecer indefinidamente en el punto límite, el que da acceso al «paraíso sexual cerebral» y el verdadero orgasmo masculino. La experiencia de la pareja ya no está limitada ni es interrumpida por el desfallecimiento del varón. El Tantra ofrece esta experiencia a todas las parejas, pues no se trata de una acrobacia sexual. Esto permite pasar de lo puramente genital a lo sexual, y luego a lo espiritual.
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