lunes, 9 de febrero de 2009

El Masaje del Lingam


¿Acaso no es lo mismo orgasmo y placer?,para el tantra, no, casi todo lo contrario. El orgasmo es sin duda un momento de éxtasis, sin embargo, para los cultores del sexo como activación de las energías esenciales, el placer es mucho más y la posibilidad de exceder el par de segundos que dura y transformarlos en minutos, y hasta horas, depende justamente de no alcanzarlo. Con él, sólo se termina el placer.

Esta premisa del tantra es para los hombres aún más importante que para las mujeres. Ellos, después del orgasmo tienen un período llamado refractario que les impide iniciar rápidamente una nueva faena amorosa. Por eso, acá describimos una técnica de masaje que apunta a una preparación sexual, al placer por el placer, sin pensar en le orgasmo o coito. Una vuelta de tuerca a la forma tradicional de relacionarse sexualemente.

Lea, imagínese cada paso y sienta… Cuando lo practique, entréguese y poco a poco verá como se revertirán los roles o papeles tradicionales en el sexo.

Si hay que nombrar un objetivo de este masaje, ese es la relajación del hombre y para eso ojala todo comience con un baño caliente para ambos.

Nuestro protagonista es el “lingam ”, forma en que el tantra llama al pene. Es una palabra sánscrita que tiene una connotación muy respetuosa, significa “báculo de luz” que canaliza la energía y el placer.

Además del placer, y justamente para lograrlo, el masaje del lingam fortalece los vínculos de intimidad que existen en la pareja, ayudando a sanar las aprehensiones sexuales, si las hubiera. Una razón más para explicar que el orgasmo y la eyaculación no son el objetivo primordial de este masaje, sino la exploración de una nueva forma de placer que no esté condicionada por factores tradicionales como alcanzar precisamente “un” momento cumbre o climax.

Si ha seguido el consejo del baño en conjunto, luego, ya en posición cómoda, encima de una cama o lugar similar, es el momento de buscarse como pareja, conectarse, acercarse, abrazarse y acariciarse amorosamente, verse a los ojos en medio de este clima. La espiritualidad rodea cualquier evento tántrico, de modo que es importante añadir a la preparación física, una pequeña atención al espíritu también.

El masaje

En la cama, el hombre debe recostarse de espaldas, encima de almohadones que dejen su torso y la cabeza levantados. Sus piernas deben estar cómodamente separadas con las rodillas un poco dobladas, y los genitales totalmente expuestos para que el masaje.

Es mejor usar un poco de lubricante sexual y esparcirlo tanto por el lingam como por los testículos, siempre usar uno con base acuosa. Con mucha delicadeza, la pareja debe iniciar el masaje en los testículos y en el escroto, provocando que toda el área se relaje. Luego, también con mucha suavidad acariciar el hueso púbico o pélvico y el perineo (zona entre los testículos y el ano). Una vez en esta zona hay que ser especialmente cuidadosa, pues se trata de un lugar muy pocas veces explorado por los hombres heterosexuales, y es probable que nunca hayan permitido que lo toquen. Si no hay disposición para acariciar el perineo, no es necesario insistir, poco a poco se irá ganando la intimidad necesario para abordarlo.

Ahora el masaje se traslada hasta el cuerpo o base del lingam , variando la presión y la velocidad, para que el estímulo varíe de intensidad y resulte más placentero.

Recordemos que en esta ocasión el varón está en una posición completamente pasiva, está allí recostado a merced de los masajes de la pareja. No hay que permitir que esta actitud varíe, si eso sucede, tome medidas. Mírelo fijamente a los ojos, haga que no deje de respirar profundo y convénzalo de seguir recibiendo en forma pasiva este placer.

Con la mano derecha, se presione la base del lingam, luego se desliza hacia arriba y hacia abajo, pero alternando con la mano izquierda. Mantener estos movimientos durante cierto tiempo, y después empezar a presionar en la cabeza del lingam, y seguir alternando de manos.

Ahora, hay que masajear la parte de arriba o cabeza del lingam como si se fuera a exprimir una fruta. Si la erección se pierde un poco, no es problema, es normal. Para el tantra esto es incluso positivo pues es como pasear por todo el espectro del placer.

Si el momento del orgasmo o eyaculación se acerca, es recomendable detener un poco la estimulación, pues como hemos dicho ese no es el objetivo del masaje. Alargar lo más que se pueda el momento de eyaculación es una forma de obtener más placer, de despertar el kundalini, flujo energético en el cuerpo humano, y una forma de que el hombre pueda volverse multiorgásmico.

El masaje llega ahora al llamado “punto sagrado” o perineo que se encuentra entre el ano y los testículos. Como dijimos antes, hay que abordarlo muy delicadamente porque puede causar dolor. La línea divisoria entre el placer y el dolor es muy pequeña. Este masaje se hace con la mano izquierda, mientras se acaricia el lingam con la derecha.

Este “punto sagrado” es posible encontrarlo también internamente por el ano, sin embargo, además del cuidado, es necesaria la total aprobación del hombre ya que, como es posible sospechar, debido a siglos de prejuicios, se sienta incómodo o vea cuestionada su virilidad y la idea no es complicar el ambiente con tensiones. Si le parece bien y no representa problema para la masajista, entonces es necesario usar lubricante sexual y luego, introduce el dedo, busca la próstata hacia el frente, moviendo el dedo hacia tu palma.

Si él lo desea, puedes estimular el lingam al mismo tiempo, pero recuerda que no hay que permitir que llegue al orgasmo, pues entonces se acaba la diversión y el placer.

Si después de todo esta estimulación, él siente deseos de llegar al orgasmo, es momento de dejarlo, mientras respira profundo para que el momento sea sublime.

Una vez terminado el masaje, puedes quedarte con él en un tierno abrazo o dejarlo solo si lo prefiere, saboreando la experiencia.

jueves, 5 de febrero de 2009


Masaje tántrico

Está inspirado en la filosofía hinduista y es un ritual que consiste en acariciar las zonas eróticas para lograr el equilibrio espiritual. Se puede empezar de pie o acostado, situándose frente a un espejo que permita identificarse con el cuerpo de la pareja. Acariciarse cada uno a sí mismo e ir tomando contacto con el otro untándose con aceites aromáticos. Utilizar bebidas vino y jugos de fruta y frutas higos, uvas, cerezas y fresas para dar de comer a la pareja. Así, todos los sentidos se van sensibilizando y se hacen más receptivos al placer. Empezar a acariciar los genitales del otro guiando la mano de la pareja por las zonas donde más placer proporcione a cada uno. A medida que aumenta la excitación, conviene respirar profundamente para mantener el control de los genitales. Durante el orgasmo, tensar los músculos de las nalgas para intensificar y alargar el placer el máximo tiempo.

Taoísta

Se inspira en la creencia de que en el cuerpo existe un campo energético formado por doce meridianos que canalizan la energía sexual para aumentar el bienestar. Siéntate sobre los tobillos o de cuclillas frente a la cabeza de tu pareja -acostada boca arriba-. Realiza estiramientos de la piel -de las sienes a las caderas- tomándola entre el pulgar y el índice y tirando suavemente en cada punto. Coloca las manos en el interior de los tobillos y desliza los dedos con una caricia subiendo lentamente desde las pantorrillas a los muslos. Posa las manos en el centro del esternón y muy despacio deslízalas hacia el hueso púbico; sepáralas pasando por los huesos de las caderas, sube por el costado, las axilas y el pecho hasta regresar al esternón. Repite este movimiento descendiendo cada vez un poco más hasta llegar a rozar ligeramente los genitales y acercándote a los pezones. Traza un semicírculo sobre los muslos, subiendo desde el interior de las rodillas y bajando por el exterior de éstos. Para terminar, traza círculos en el interior de sus orejas utilizando los pulgares.

¿Qué sitios masajear?

Completo

Quien realiza el masaje debe colocarse de rodillas a los pies de su pareja, mientras ésta permanece acostada boca abajo con las piernas estiradas y ligeramente separadas. Masajea sus nalgas con suavidad y sigue con ligeras caricias, de arriba abajo en la hendidura que las separa. Sigue hasta el ano y el perineo. Pide a tu pareja que se dé la vuelta.

Con la mano izquierda acaricia con los dedos sus piernas, al tiempo que masajeas con la palma derecha el tórax, los pechos y los pezones -en éstos alterna el roce con estrujamientos leves-.

Masajea con las dos manos el tórax, los dos pechos y los pezones.
Recorre con un leve roce de los dedos todo su cuerpo, desde los pezones hasta los genitales.

Acaricia el interior de las ingles, sube al abdomen y regresa a éstas.
Roza con una mano los genitales y con la otra traza círculos alternos en el abdomen, el pecho y los muslos.

El pecho

Sitúate de pie o arrodillado a la derecha de tu pareja mientras ella está tumbada boca arriba con las piernas estiradas.

Con la palma derecha sobre el abdomen, traza un movimiento semicircular.
Alternando las manos deslízalas hacia arriba pasando por el medio del tronco hasta la parte superior del pecho.

Sitúa tu mano diestra en el pecho derecho de tu pareja abarcándolo por debajo y con el pulgar hacia el exterior.
Deslízala hacia arriba sobre el pecho, de manera que el pulgar y el índice aprisionen el pezón.

Presiona éste con todos los dedos suavemente.
Toma la base del pezón con los dedos pulgar e índice y deslízalos hacia la punta.
Para terminar, vuelve a repetir los pasos anteriores sobre el pecho izquierdo.

Las piernas

Coloca las dos manos en el tobillo derecho de tu pareja -acostada boca arriba-, con la diestra más cerca del pie y los dedos hacia fuera.
Desliza las dos manos hacia arriba, con la derecha en la parte interior del muslo y la izquierda en el exterior.

Cerca de la pelvis, gira las manos y deslízalas hacia abajo.
Coloca la mano derecha cerca de la rodilla y la otra un poco más arriba, con los dedos en la cara interior del muslo y el pulgar en el exterior.
Realiza una ligera presión con el pulgar de una mano y desliza la otra en dirección a la primera.

Repite los dos pasos antes de realizar el masaje en la pierna izquierda.

Los genitales

Al realizarlo, sitúate en el lado derecho de tu pareja.

Coloca la mano derecha sobre los genitales y realiza un suave masaje mientras con la izquierda frotas el abdomen en movimientos circulares.
Sin interrumpir el masaje genital, desliza la mano izquierda desde el abdomen hasta el pecho derecho.

Después, toma el pezón con los dedos pulgar e índice y ve realizando un movimiento de rotación fuera y dentro de su área.
Ahora frota con la mano izquierda el hombro y los músculos del cuello del lado derecho.

Cambia la mano que realiza el masaje en los genitales mientras con la mano derecha frotas suavemente la parte interna del muslo derecho.
Para terminar, sitúate en el otro lado de su cuerpo y repite una a una las fases de la secuencia anterior sobre las mismas zonas del lado izquierdo

Masaje chino

A dúo

Este masaje está basado en la técnica de la reflexología: la estimulación de todo el cuerpo desde las terminaciones nerviosas que hay en la planta de los pies. Uno debe echarse sobre el suelo boca arriba y el otro, tumbado frente a él, deslizar las piernas entre las suyas. Amasar los dos a la vez los pies del otro, de forma lenta y enérgica por la planta, el arco, el tobillo y los dedos. A medida que las piernas de quien está debajo cedan hacia los lados, el otro debe ir aumentando la presión para estirar los muslos. Terminar el masaje colocando los pies de la mujer apoyados en las ingles -justo al lado de los genitales- de su compañero, para presionar los músculos tensos de esta parte. A su vez, el hombre debe apoyar sus talones en el hueso del pubis de su pareja.

Sirve para facilitar la erección.

Un hombre debe tumbarse boca arriba con las rodillas flexionadas; el otro encima y de espaldas a él, con los glúteos sobre su abdomen.

Apoya las manos sobre la cara interior de los muslos de tu compañero y traza un movimiento ascendente rozando su piel con la punta de los dedos, desde la parte más próxima a las rodillas hasta las ingles.

Levanta el pene de tu compañero y colócalo sobre su abdomen.

Tócalo ligeramente con la punta de los dedos a la vez que llevas la otra mano hacia sus ingles y presionas en esta zona con la base de la palma. Mantén la presión durante un minuto.

Acaricia la cara interior de los muslos y sube por el escroto hasta la cabeza del pene. Mientras, tu compañero debe iniciar un movimiento pélvico y respirar pausadamente. Intensifica la velocidad de tus movimientos sobre sus muslos y su pene hasta conseguir una erección completa.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Las tecnicas del Masaje parte 1


Los masajes se han utilizado tradicionalmente para solucionar problemas físicos, pero, al margen de su función terapéutica, los expertos afirman que esta técnica sirve como instrumento de comunicación para potenciar las relaciones personales. En este sentido, las distintas formas de masaje se basan en la necesidad de contacto físico que sentimos desde que somos recién nacidos hasta la exigencia de caricias más íntimas en la edad adulta. Las sensaciones que provocan las caricias, roces, besos, abrazos y frotamientos de la piel son un vehículo para pasar de la comunicación corporal a la mental al entrar en un estado total de abandono. Para ello, tan importante como aprender a tocar es disfrutar del placer de ser tocado.

Además, estos masajes, que los expertos denominan sensoriales o sensuales, porque su fin no es únicamente aumentar el placer sexual, proporcionan diferentes ventajas. Las ventajas - Refuerzan la confianza. El temor al contacto en cualquier zona del cuerpo -y no exclusivamente en los genitales- puede ser una limitación para disfrutar de las relaciones, ya que muchas personas se bloquean por este motivo. En este sentido, los masajes sirven para romper la barrera psicológica que impide dar y recibir caricias en las zonas prohibidas, que en algunas personas pueden ser partes aparentemente tan poco problemáticas como los muslos o el vientre.

Por otro lado, los masajes reducen la ansiedad que provoca el temor a quedar mal con la pareja cuando existen problemas de impotencia por bloqueos psicológicos, porque con ellos se amplían las zonas del cuerpo -el hombro, la nariz, la boca...- con las que proporcionar placer a la pareja. Y cuando los amantes no se conocen mucho, este juego sexual es un método perfecto para relajarse, al saber que no hay que llegar al coito necesariamente.

Los expertos diferencian entre el masaje sensorial y el sexual. El primero ayuda a despertar el deseo tocando los tobillos, los dedos de los pies, las rodillas, los muslos... mientras que el segundo se centra exclusivamente en las zonas erógenas -pechos y genitales-. "La estimulación sensorial se realiza sin exigencias y no tiene por qué culminar en el coito. En cambio, el masaje sexual es como una masturbación, sirve exclusivamente para alcanzar el orgasmo y puede dejar insatisfechos a quienes necesitan una comunicación más completa que la que proporciona el simple contacto físico.

El masaje sensorial también ayuda a relacionarse sexualmente porque a través de la estimulación en los pies o en las manos se puede llegar al orgasmo.
Prolongan el orgasmo. Los masajes mejoran la circulación sanguínea y hacen que el oxígeno llegue con más facilidad a todo el cuerpo, lo que permite prolongar el orgasmo. "También se pueden aplicar para retrasar el momento del clímax, con ejercicios específicos que ayudan a distender la tensión muscular que aparece cuando nos excitamos.

Rompen la monotonía. "Ayudan a ver la relación como un juego, por lo que se pueden utilizar para romper la monotonía y recuperar el deseo en las parejas que han caído en la rutina.

Antes de realizar estas técnicas, conviene aprender a respirar de forma lenta y profunda, ya que al ralentizar la respiración se puede controlar mejor la excitación que siente también quien las hace. Aprender esto en un masaje sensitivo es tan importante como realizar bien los movimientos de las manos. Al lograr sincronizar la respiración, la pareja fluye en la misma sintonía y puede alcanzar el equilibrio psíquico que proporciona esta práctica.

Por otro lado, hay que prescindir de los movimientos precipitados y ser capaz de utilizar las manos, la boca, el pelo y los pechos de forma lenta y progresiva para captar las reacciones del otro. Las sensaciones se hacen más intensas utilizando plumas u otros materiales al acariciar a la pareja.

Por último, los pasos a seguir pueden ser muy diferentes, pero en términos generales este juego se desarrolla en tres fases: Preliminares. Sirven para establecer un equilibrio entre el cuerpo y la mente. Para ello, se debe estimular con suavidad la piel de todo el cuerpo, empezando con una presión suave y aumentando de forma progresiva ésta y la intensidad y frecuencia del movimiento. Este masaje se puede aplicar con la mano, con la yema de los dedos, con los labios e, incluso, con todo el cuerpo y es imprescindible que la pareja disponga de tiempo suficiente -una hora aproximadamente- para conseguir un acercamiento relajado y sin presiones. Intermedio. En esta fase, se estimulan las zonas erógenas evitando el contacto directo con los genitales, para no provocar la necesidad de buscar el orgasmo. Se consigue estimulando la línea que va desde la nuca hasta la parte lateral de la pelvis, pasando por los pezones y la cintura. Plenitud. Si la pareja lo desea, éste es el momento adecuado para pasar directamente a los genitales. Su aplicación depende de los gustos y la propia sensibilidad de cada persona en esta zona del cuerpo, pero siempre conviene recordar que la finalidad de estos movimientos no es necesariamente llegar al orgasmo. Sin estridencias Por último, el entorno es fundamental para que los dos miembros de la pareja consigan relajarse. Lo ideal es una iluminación suave -evitando las luces que den directamente en la cara-, una temperatura cálida -unos 22 °C- y un sonido ambiental sin estridencias. La superficie para el masaje puede ser un colchón lo suficientemente duro -como los futones japoneses- o varias mantas extendidas sobre el suelo. Además, se deben cubrir con una toalla las partes del cuerpo sobre las que no se esté trabajando, para mantener una temperatura agradable en todas ellas.