miércoles, 4 de febrero de 2009

Las tecnicas del Masaje parte 1


Los masajes se han utilizado tradicionalmente para solucionar problemas físicos, pero, al margen de su función terapéutica, los expertos afirman que esta técnica sirve como instrumento de comunicación para potenciar las relaciones personales. En este sentido, las distintas formas de masaje se basan en la necesidad de contacto físico que sentimos desde que somos recién nacidos hasta la exigencia de caricias más íntimas en la edad adulta. Las sensaciones que provocan las caricias, roces, besos, abrazos y frotamientos de la piel son un vehículo para pasar de la comunicación corporal a la mental al entrar en un estado total de abandono. Para ello, tan importante como aprender a tocar es disfrutar del placer de ser tocado.

Además, estos masajes, que los expertos denominan sensoriales o sensuales, porque su fin no es únicamente aumentar el placer sexual, proporcionan diferentes ventajas. Las ventajas - Refuerzan la confianza. El temor al contacto en cualquier zona del cuerpo -y no exclusivamente en los genitales- puede ser una limitación para disfrutar de las relaciones, ya que muchas personas se bloquean por este motivo. En este sentido, los masajes sirven para romper la barrera psicológica que impide dar y recibir caricias en las zonas prohibidas, que en algunas personas pueden ser partes aparentemente tan poco problemáticas como los muslos o el vientre.

Por otro lado, los masajes reducen la ansiedad que provoca el temor a quedar mal con la pareja cuando existen problemas de impotencia por bloqueos psicológicos, porque con ellos se amplían las zonas del cuerpo -el hombro, la nariz, la boca...- con las que proporcionar placer a la pareja. Y cuando los amantes no se conocen mucho, este juego sexual es un método perfecto para relajarse, al saber que no hay que llegar al coito necesariamente.

Los expertos diferencian entre el masaje sensorial y el sexual. El primero ayuda a despertar el deseo tocando los tobillos, los dedos de los pies, las rodillas, los muslos... mientras que el segundo se centra exclusivamente en las zonas erógenas -pechos y genitales-. "La estimulación sensorial se realiza sin exigencias y no tiene por qué culminar en el coito. En cambio, el masaje sexual es como una masturbación, sirve exclusivamente para alcanzar el orgasmo y puede dejar insatisfechos a quienes necesitan una comunicación más completa que la que proporciona el simple contacto físico.

El masaje sensorial también ayuda a relacionarse sexualmente porque a través de la estimulación en los pies o en las manos se puede llegar al orgasmo.
Prolongan el orgasmo. Los masajes mejoran la circulación sanguínea y hacen que el oxígeno llegue con más facilidad a todo el cuerpo, lo que permite prolongar el orgasmo. "También se pueden aplicar para retrasar el momento del clímax, con ejercicios específicos que ayudan a distender la tensión muscular que aparece cuando nos excitamos.

Rompen la monotonía. "Ayudan a ver la relación como un juego, por lo que se pueden utilizar para romper la monotonía y recuperar el deseo en las parejas que han caído en la rutina.

Antes de realizar estas técnicas, conviene aprender a respirar de forma lenta y profunda, ya que al ralentizar la respiración se puede controlar mejor la excitación que siente también quien las hace. Aprender esto en un masaje sensitivo es tan importante como realizar bien los movimientos de las manos. Al lograr sincronizar la respiración, la pareja fluye en la misma sintonía y puede alcanzar el equilibrio psíquico que proporciona esta práctica.

Por otro lado, hay que prescindir de los movimientos precipitados y ser capaz de utilizar las manos, la boca, el pelo y los pechos de forma lenta y progresiva para captar las reacciones del otro. Las sensaciones se hacen más intensas utilizando plumas u otros materiales al acariciar a la pareja.

Por último, los pasos a seguir pueden ser muy diferentes, pero en términos generales este juego se desarrolla en tres fases: Preliminares. Sirven para establecer un equilibrio entre el cuerpo y la mente. Para ello, se debe estimular con suavidad la piel de todo el cuerpo, empezando con una presión suave y aumentando de forma progresiva ésta y la intensidad y frecuencia del movimiento. Este masaje se puede aplicar con la mano, con la yema de los dedos, con los labios e, incluso, con todo el cuerpo y es imprescindible que la pareja disponga de tiempo suficiente -una hora aproximadamente- para conseguir un acercamiento relajado y sin presiones. Intermedio. En esta fase, se estimulan las zonas erógenas evitando el contacto directo con los genitales, para no provocar la necesidad de buscar el orgasmo. Se consigue estimulando la línea que va desde la nuca hasta la parte lateral de la pelvis, pasando por los pezones y la cintura. Plenitud. Si la pareja lo desea, éste es el momento adecuado para pasar directamente a los genitales. Su aplicación depende de los gustos y la propia sensibilidad de cada persona en esta zona del cuerpo, pero siempre conviene recordar que la finalidad de estos movimientos no es necesariamente llegar al orgasmo. Sin estridencias Por último, el entorno es fundamental para que los dos miembros de la pareja consigan relajarse. Lo ideal es una iluminación suave -evitando las luces que den directamente en la cara-, una temperatura cálida -unos 22 °C- y un sonido ambiental sin estridencias. La superficie para el masaje puede ser un colchón lo suficientemente duro -como los futones japoneses- o varias mantas extendidas sobre el suelo. Además, se deben cubrir con una toalla las partes del cuerpo sobre las que no se esté trabajando, para mantener una temperatura agradable en todas ellas.

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